El precioso logo de la cabecera lo hizo Chicho, mi hermano pequeño, desde los Estados Unidos, y me lo envió. En este sitio se pueden ver varios álbumes de creaciones suyas. A mí me encantan. Este es el sitio oficial The Art of Chicho Lorenzo: más dedicado a cuadros.

miércoles, 22 de abril de 2009

Los ilustrados


En muchas librerías en las que entro no saben bien qué hacer con los libros ilustrados. Hasta hace unos años todo estaba muy claro: los libros ilustrados eran libros para niños, así que se ponían en los estantes o en la sección de Literatura Infanti y Juvenil. Los cómics también iban a parar allí, y allí se mezclaban Astérix y Obélix, Mortadelo y Filemón con Mafalda y con el Marsupilami.

Parece que ante la avalancha de novela gráfica o cómics editados exclusivamente para adultos, las librerías han hecho un hueco expreso para ellos, no vaya a ser que a alguna madre le dé un yuyu si descubre algo políticamente incorrecto (y lo hay muy muy políticamente incorrecto) entre los tontos tebeos de Disney, por ejemplo, a los que les debió parecer demasiado frustrante el final original estupendo de la Sirenita, ese en que se gana un alma y pasa a ser estrella en vez de desaparecer entre la espuma del mar, y los de la Disney, pásmense, la casan con el príncipe, se lo juro; no se puede poner un final más bobo.

Bueno, lo que muchos libreros no han solucionado aún es eso de los ilustrados para adultos. A lo mejor porque realmente son para adultos y para jóvenes y las fronteras de las edades no son nada claras, que anda que no nos empeñamos en poner etiquetas. Hay libros en que pone: «para menos de 3 años»; en otros he leído: «a partir de 6 años»; otros dicen: «+ de 10 años». A mí las etiquetas me parece que las ponen para los que no gustan mucho de hojear los libros, o para los que no tienen niños y no recuerdan muy bien su infancia, o quizá para aquellos que no hablan con los libreros. Mis niñas y yo pasamos por entre las señales de tráfico de las editoriales y nos gusta saltarnos los prohibido-el-paso: es que encontramos la mar de cosas interesantes en tooodas las secciones. Si por nosotras fuera, quizá estaría todo ordenado de distinta manera: los libros que me apetece leer hoy por la tarde, que llueve; los que quiero con locura y me ponen siempre de buen humor; aquellos que leo solo cuando estoy triste, pero no demasiado; los que me trago cuando, demasiado triste esta vez, sí, necesito que algo me entretenga (y como la tele no me sirve...); los que son preciosos y huelen genial, con ilustraciones; los que van saliendo como cerezas, enredados del rabo de la anterior, cuando leemos en voz alta; buf, creo que sería una librería caótica donde no habría manera de conseguir encontrar casi nada a la hora de vender. Sería diferente cada día y para cada uno y, claro, no habría manera de que nadie se aclarase. Mejor dejar las cosas como están. Los libreros son mucho más listos y hábiles en su labor, y en las librerías en que los libreros aman los libros, uno al entrar se siente a gusto. Hay un cierto orden, para no perderse, para no perder los libros, pero yo creo que también hay algo de esa apetencia del propio librero, sí; y se contagia.

Bueno, a lo que íbamos, los ilustrados para adultos —otra etiqueta más, ¿verdad?; vamos a desetiquetarlos: los ilustrados sin nada más, ni para niños ni para adultos ni para jóvenes, para todos—, ¿dónde los pondrían ustedes? Yo lo anduve pensando como se piensa allá en bibliotecas y documentación con eso de las fichitas de antes, que ahora ha pasado a ser un campo con el signo de dólar en el ordenador, ¿no?, lo pensé así, ¿por dónde lo va a buscar el lector? Igual que si fuese a buscar un libro de Clarín, tendría que consignar también el nombre Leopoldo Alas: así, se le asigna una autoridad, un nombre en el que todos coinciden, normalmente seguido de unas fechas [nacimiento y muerte], y luego se relacionan todas las variantes posibles, para que lo encuentre uno lo busque como lo busque —claro, hay que recordar que el apellido se pone delante y el nombre detrás, tras una coma—: Clarín, Clarín 1852-1901, Alas, Leopoldo 1852-1901, Alas Ureña, Leopoldo 1852-1901, Alas y Ureña, Leopoldo 1852-1901, etc. Lo común en los dos casos, nombres y libros, es el objetivo de que lo encuentre quien lo busca.

Yo, como lectora, iría a buscar el libro ilustrado a la zona de libros ilustrados de adultos, pero claro, ya hemos hablado de que eso, el que esa zona no exista en la mayor parte de las librerías, es uno de los motivos de este lío. La segunda opción más lógica es, para mí, ir a buscarlo entre los libros del mismo autor del libro en cuestión: ¿que es de Kafka?, pues a literatura extranjera, a los autores con K; ¿de H. P. Lovecraft?, pues a los que empiezan por L. ¿De Baudelaire y poesía?, pues a poesía extranjera, si está diferenciada de la narrativa, bajo los autores que empiezan por B.

Creo que es más fácil que clasificarlos por el ilustrador: eso se puede plantear si hay una sección de libro ilustrado, claro, mientras tanto, nada que hacer.

Así, bajo el autor, los encuentro en algunas librerías, sobre todo en las de los buenos libreros. Sin embargo, en otras, impepinablemente van a parar a la sección de libro infantil y juvenil, pero a una zona no definida, casi escondida, de donde he visto que los sacan a veces algunos niños, curiosos, y adonde sus padres les hacen devolverlos, madre mía, hija, ¿pero no ves que eso es para mayores?, ¿has visto qué dibujos más tétricos? Quedan apartados y amontonados en una esquina de esta sección, algo tristes y desvalidos, sintiéndose fuera de lugar, o eso siento yo, que a veces rescato a alguno, aunque ya lo tenga, porque lo cierto es que son maravillosos. De estantes así he sacado a El proceso, de Kafka, ilustrado por Bengt Fosshag, en Ilustrados de Nórdica, o El Golem, de Gustav Meyrink, ilustrado por Marcia Schvartz y Fernando Bedoya, en Libros del Zorro Rojo.

Estas dos editoriales son, sin duda, dos de las que más han apostado por los ilustrados más allá del mundo infantil. Junto con Media Vaca, que reza en su cabecera: «MEDIA VACA libros para niños», pero que admite niños mayores, de muuuchos años, siempre y cuando los mayores no nos hayamos vuelto mayores «con una visión del mundo terriblemente estrecha y con las ideas más anodinas y deprimentes»1, por supuesto.



Los Libros del Zorro Rojo tienen una sección infantil que recomiendo encarecidamente: los blancos y negros de Estaba oscuro y sospechosamente tranquilo, de Einar Turkowski, tan detallado y estrambótico; el blanco y negro expresionista de El viaje de Kuno, de Klaus Merz, ilustrado por Hannes Binder; la delicadeza de Javier Zabala en Santiago de García Lorca; la explosión de color y la expresividad del oso que transita por los caños de la casa de El discuro del oso, de Cortázar, ilustrado por Emilio Urberuaga. Y voy a parar ya porque si no, no acabo nunca este post: vayan a ver ustedes en el enlace a la sección infantil y verán que son a cual mejor.

Están también los ilustrados de Libros del Zorro Rojo para Jóvenes & Adultos: no sé cuál recomendarles; yo me haría con todos (de hecho, estoy en ello). Son geniales las ilustraciones de Santiago Caruso en El horror de Dunwich, de H. P. Lovecraft, traducido por Elvio E. Gandolfo (también son las culpables de que yo, miedica de por sí, las haya pasado moradas por la noche al terminar el libro, y haya tenido que meterlo rápidamente entre otros dos de buen tamaño, para no ver más el miedo). Luis Scafati es uno de los ilustradores más prolíficos en esta editorial, y el causante de que tenga otra versión más de La metamorfosis, de Kafka, traducida por César Aira o de El gato negro y otros relatos de terror, de Allan Poe, en traducción de Elvio E. Gandolfo. Las ilustraciones de Pat Andrea para Las flores del mal de Baudelaire, en traducción de Jaime Siles, son especiales de verdad. Y no quiero dejarme fuera a nadie, pero menos aún a José Muñoz, que ilustró Las fieras cómplices de Horacio Quiroga y de la pluma del que estoy deseando que salga ilustrado mi cuento favorito: de Cortázar, cómo no: El perseguidor.

Bueno, sigan ustedes navegando por su catálogo y escojan.

Nórdica Libros, esa estupenda editorial que lleva hacia delante Diego Moreno, acaba de sacar nueva colección: Soñando ciudades; nos trae así la colección de Bohem press "Komm mit Bilderbuchreiseführer (Let's go! City-guides for children)". El primer ejemplar es Barcelona para niños, de Javier Zabala, que ya ha trabajado antes con Nórdica.

Pero lleva editando ilustrados desde el principio; ¿que cuáles les recomiendo? Todos: son exquisitos. Noemí Villamuza ilustró El festín de Babette, de Isak Dinesen, y repite con El capote, de Gógol: es increíble la maestría con que esta ilustradora se maneja en el blanco y negro. Louis Joos ilustró Las flores del mal, de Baudelaire, en edición bilingüe, con traducción de Carmen Morales y Claude Dubois, y lo volvió a hacer con otro grande, también en edición bilingüe, y donde repiten los mismos traductores, en Poemas, una antología de Verlaine. El proceso, de Kafka, en traducción de Miguel Sáenz, está ilustrado por Bengt Fosshag. Creo que ya les he hablado aquí de la joya que es el ilustrado Bartleby, el escribiente, de Herman Melville, en traducción de M.ª José Chuliá, por Javier Zabala. Sobre Sin contar, una colaboración de W. G. Sebald (poesías, traducidas por M.ª Teresa Ruiz y Katjia Wirth) y Jan Peter Trip (grabados), voy a remitirles a una reseña que publiqué en el blog Addenda et corrigenda, si me lo permiten.

Estas dos editoriales han apostado también por los ilustrados de bolsillo: en Libros del Zorro Rojo está la colección Clásicos de bolsillo, con dos de sus títulos más vendidos, ilustrados ambos por Luis Scafati: La metamorfosis de Kafka y El gato negro y otros relatos de terror de Poe.

Nórdica Libros tiene los MINIILUSTRADOS: son ilustrados de bolsillo. Ya consigné aquí su aparición, con la edición de El festín de Babette en este formato. Luego ha publicado más, y ha dejado de ser un eco del catálogo de Ilutrados para tener un catálogo independiente: han aparecido allí, sin previo paso por la colección de sus hermanos mayores, Secuelas de una larguísima nota de rechazo, de Charles Bukowski, inédito en castellano hasta esta edición traducida por M.ª José Chuliá e ilustrada por Thomas M. Müller; y el delicioso libro La maravillosa historia de Peter Shlemihl, de Adelbert von Chamisso, en traducción de Ulrike Michael-Valdés y Hernán Valdés, con ilustraciones de Agustín Comotto.

Normalmente, Nórdica Libros presenta todas sus novedades ilustradas con un vídeo promocional que se puede ver al entrar en su página: por ejemplo, ahora, el que está es el de El capote. Esos vídeos son también una maravilla, y en la misma página de la editorial, o en su blog, pueden ustedes disfrutarlos.

Media Vaca tiene cuatro colecciones, todas ellas ilustradas: Libros para niños, Últimas lecturas, grandes y PEQUEÑOS y Mi hermosa ciudad. Todos sus libros son una joya.

La Editorial Libro de Notas —que me es especialmente querida y con la que tengo una relación que me impediría ser objetiva, pero, ¿quién lo es cuando escribe de lo que le gusta y quiere compartir?— siempre edita los libros ilustrados: en la colección Poesía tenemos Oscuro fluir de sombras, una antología de poemas de Francisco Serradilla, con ilustraciones de Philippe Laffont; un poemario de Alber Vázquez, La mano que decide la intensidad del agua, ilustrado por el autor; una Leve historia del mundo escrita por Marcos Taracido e ilustrada por Hilario Barrero; y las Artes adivinatorias de Germán Machado ilustradas por Fernando de la Iglesia.

Está también ya inaugurada la colección Miradas, con el cómic-poema de Marcos Taracido (texto) y Fernando de la Iglesia (ilustraciones) Tratado del miedo.

Editorial Libro de Notas es una editorial digital y en papel, eso ya se lo conté a ustedes en esta otra entrada.

Bien, este es un trocito del panorama de los ilustrados. Seguro que ustedes conocen más. A lo mejor estos libros que les he presentado u otros con los que se topan entre tanto enlace les gustan, o piensan que les gustarían a alguien que conocen. Como mañana es el día del libro, o del libro y de la rosa (a mí me encanta esa tradición de Sant Jordi, pero si me regalan libro y rosa, todo a la vez, je), se me ocurre que bien pueden regalar un ilustrado. Pero un ilustrado con chicha: con buena literatura y con buena ilustración.

Que ustedes lo celebren bien.

[1]En «Los libros para niños», precioso texto de Vicente Ferre Azcoiti (uno de los editores de Media Vaca), y que se puede leer completo en esta página de la editorial.

Los ilustradosSocialTwist Tell-a-Friend

12 comentarios:

Germán dijo...

Vaya catálogo!!! Gracias por las recomendaciones. Me los anoto. De todos modos quería decirte que tu entrada de hoy, cuando propones un reordenamiento de las librerías en función de tus lecturas, me hizo acordar el ensayo/inquisición de Borges: EL IDIOMA ANALÍTICO DE JOHN WILKINS (http://ndirty.cute.fi/~karttu/tekstit/wilkins.htm), donde considera cierta enciclopedia china que clasifica los animales de un modo muy particular construyendo una taxonomía que no hace más que refrescarnos la imposibilidad de poner orden a ciertas cosas.
Ah, y eso sí, ya que estamos en plan de clasificar, permíteme observarte: El perseguidor no es un cuento es una nouvelle ;-)
Saludos, G.

Darabuc dijo...

En mi biblioteca local estarían en cómic, supongo, ya que allí aceptan una rara transición de niño a adulto, como quizá pide el género (¿Akira es para niños? ¿O lo es Mafalda? ¿Mafalda sí y el resto de Quino, no?), pero es infrecuente. De hecho, el cómic en la biblio local está en un rincón oscuro, casi simbólico.

Pero no lo sé. En casa hay libros que bailan de un estante a otro. El orden es una forma de violencia, en más de un caso. (Mamá, ¿lo ves? No soy desordenado. ¡Solo un tipo pacífico!)

Un abrazo

Ana Lorenzo dijo...

Gracias por los comentarios, Germán, Gonzalo :-)
Lo del orden desordenado o el desorden ordenado en mi casa también se da, supongo que es eso de que uno puede ordenar las cosas desde donde le apetezca: en mi casa también bailan los libros, ja, ja (¿y la CDU?, ¿y los sistemas de archivos?, me dice Vicente, ¿qué pasa?); debe de ser que solo soy un tipo pacífico, yo :-)

El catálogo de los ilustrados sigue: me he dejado a Sexto Piso, que en la página de España no los tiene, pero sí en la de México: Sexto Piso Ilustrados, y que tiene títulos muy buenos, al parecer: están las novelas gráficas de Stéphane Heuet adaptando a Proust y las de Sébastien Ferran adaptando La Odisea, amén de otros ilustrados con muy buena pinta.

Que si Mafalda es para niños... no lo sé. Creo que es difícil regalar libros a los niños que no son de uno o que no son muy cercanos: ¿le regalaría Mafalda a una niña de ocho años? De primeras, no, le regalaría otros libros, porque hay otros libros. Pero a mis hijas, cuando tenían ocho años, o a mi sobrina, sí, tan contenta. Creo que se podrían haber divertido con ella y, como los niños siempre crecen (je, es lo bueno de los libros que no tienen edad específica, que al final seguro que en algún momento de su vida los leerán). No sé dónde he leído la expresión «libros con fecha de caducidad» y me ha gustado mucho: esos son los que no regalo nunca a no ser que me lo pidan expresamente.

Qué rollo, menudo comentario largo. Vaya un moderador el de este blog ;-)

Un beso.

Joselu dijo...

He disfrutado con el catálogo de libros ilustrados y me han dado ganas de tenerlos todos, en especial los de autores ya clásicos como Kafka, Melville, Meyrink, Lovecraft, Bukowski... El problema de los libros ilustrados es que todavía no tienen público. Es como los audiolibros. En otros países tienen una sección del mercado relativamente importante, pero por aquí no acaban de cuajar. Son los niños los más aficionados a la ilustración, pero entre los adultos se percibe como una pérdida de tiempo. Incluso el cuento es muy poco apreciado, al igual que la literatura dramática o la poesía. El precio de los libros ilustrados es alto y el que se gasta veinticinco euros prefiere hacerlo en la última entrega de Stieg Larsson (¡Qué unanimidad más extraña! Y su viuda que no recibe un euro de los derechos de autor del que fue su compañero durante treinta años...)antes que en un libro con ilustraciones. Me encantaría tener el de Bartleby el escribiente. Le he contado la historia a mi hija pequeña y ya va diciendo a su madre lo de "Preferiría no hacerlo", pero sólo consigue que se enfade con ella. Está claro que no ha leído ese cuento genial. Un cordial saludo. Me ha encantado pasarme por aquí, pero no sé por qué tu blog no se actualiza en blogguer y no me avisa de que has publicado. Cosa más extraña!

Ana Lorenzo dijo...

Hola, Joselu; no sé qué pasa con los feed del blog, pero es cierto que hay gente a la que no se le actualiza; veré cómo lo resuelvo :-)
Gracias por pasarte. Sí, es verdad que muchos adultos no gustan aún de los ilustrados, no sé muy bien por qué, quizá aún no han madurado del todo y les parece que son cosa poco seria y, ¡cuidado, que yo soy muy serio, solo leo grandes obras con letra muy chiquitita y notas a pie de página con letra aún más chiquitita! Ja, ja. Quizá no. A lo mejor tampoco los cuentos o el teatro les parecen lo bastante serios, cómo va a ser serio algo que se categoriza así: «cuento», como si uno aún creyera en los cuentos, en los cuentos chinos, hombre —El perfume del cardamomo: cuentos chinos, de Andrés Ibáñez—, o cómo va a ser serio algo lleno de diálogos, si uno sabe que los diálogos es la parte que busca siempre la gente que lee poco serio y que se salta los párrafos de las descripciones, qué seriedad es esa. Ja, ja.
Leí lo de la viuda de Stieg Larsson, Joselu: al principio pensé que era algo parecido a la Kodama de Borges o a la Castaño de Cela pero que a esta señora le había salido mal; luego, según seguía leyendo, descubrí que era justo al revés, que ella había estado con él mucho antes de que publicara y que su familia no, pero que por las leyes suecas a ella no le correspondía ni la casa en la que habían vivido. Qué cosas más extrañas, sí.
Ah, el «Preferiría no hacerlo»... Cómo les gusta a los niños, ¿verdad?, esa historia. Les fascinó también a mis hijas. Te aconsejo para ella el de La maravillosa historia de Peter Shlemihl, de Adelbert von Chamisso; a mi hija mayor le encantó. Mi hija pequeña (la leímos juntas, ella y yo) me dijo: «Pero lo que no entiendo, mamá, es que la sombra sea tan importante. ¿Qué tiene de malo no tener sombra?» Muy práctica ella, no le valieron explicaciones de su hermana ni mías: «Yo estoy segura de que si viene ese señor, sin sombra pero con la bolsa de la que sale oro siempre, aquí nadie lo aparta», zanjó la cuestión; luego, para consolarme, me dijo que de todas formas la historia era muy entretenida y muy bonita. Los niños son alucinantes.
Un beso.

lourdes dijo...

Ana cada día me sorprendes más con tus artículos. Tomaré buena nota, a mi también me encantan los libros ilustrados. Sobre el tema de ordenarlos creo que yo no tengo ningún problema, para mi todos los libros son para adultos, lo mismo me da leer un cuento infantil como uno de terror. Mi sistema de ordenación es sencillo, los tengo colocados por orden alfabético y así siempre encuentro lo que me apetece buscar. Un besote

Nombre dijo...

Gracias por tu post. Son un montón de referencias (todas sugerentes) por lo que necesitaré de varias lecturas para asimilar toda la información.

Mi organización es caótica, sólo que, a diferencia de esos almacenes ultramodernos, a mí me pasa que muchas veces no sé dónde dejé el libro. :-)

Lara (El Bosque de la Maga Colibrí) dijo...

Yo soy un caso en esto del orden: en mi casa los libros están todos mezclados, sin orden ni concierto, ni distición de edad, género, autor... van de un lado para otro, se apilan en montones en el suelo, cambian de habitación continuamente... tienen alma nómada.
En la librería, sin embargo (algo que también me ocurría en la biblioteca en la que trabajaba antes), no soporto que los libros estén fuera de sitio. Más que nada, porque me gusta encontrarlos cuando quiero mostrarlos.
Fue difícil decidir cómo organizar los libros. Tenemos más álbumes ilustrados que narrativa, así que no cabía la opción de hacer una sección para "álbum ilustrado" (que además es una categoría donde muchas veces se meten libros ilustrados que no son álbumes) y al final opté por la clasificación de edad que me parecía la más útil de cara al cliente. Eso sí, hay libros que, si tengo suficientes ejemplares, están en todas las secciones. Tengo además secciones de las editoriales que me gustan, que recopilan todos sus libros independientemente de la edad a la que (supuestamente) van dirigidos: mediavaca, kalandraka, thule, zorro rojo, oqo, siruela, kokinos...
Con el cómic me ocurre un poco lo mismo: hay una sección en infantil, y una sección en juvenil-adultos. Pero muchos títulos figuran en ambas.
Luego tengo espacios sin delimitar, donde dejo "caer" joyas que, de otra manera, se perderían en las estanterías. Los voy cambiando por días, según mi estado de ánimo, o el día que hace, o la música que me apetece escuchar en ese momento... es como un juego: pequeños guiños, trozos de mí misma que a veces quiero compartir.
Y al final, supongo que todo ésto es lo que hace que una librería sea un lugar con personalidad y encanto a donde apetece regresar, y no un mero almacén de libros.

Ana Lorenzo dijo...

Lourdes, Commedia, Maga: gracias por pasaros y por comentar.
Me encanta que compartáis el sistema de ordenación, veo que no soy la única caótica :-) Lourdes es de lo más ordenada, ja, ja, no sé cómo puedes.
Commedia, a mí también me pasa: a veces me tiro horas enteras buscando un libro. Entonces es cuando me digo a mí misma que ya, que mi sistema de sacar este para tal, este otro para encontrar aquel pasaje, aquel de allá para la cita que me apetecía, el otro del cuarto de Marta porque recuerdo que tenía una historia preciosa escondida entre la historia principal... y dejarlos luego a mano, eso no funciona: acabo por amontonarlos no sé dónde y es más lío aún; y ya bastante tengo con el orden caótico de este va a este estante, junto a estos que son mis favoritos; vaya, ahora hay que mover todos los estantes porque mis favoritos han aumentado y piden otro, pero los de los diccionarios, manuales de estilo, gramáticas, etc. no pueden moverse, que tienen que estar a mano y pesan y son grandes; y estos que tengo pendientes y que no quiero dejar pasar... Bué, qué follón.
Lara (Maga), ya decía yo que en la librería los libreros serían más inteligentes, porque si no, los lectores la llevábamos bien difícil :-) Pero vas dejando caer joyitas por ahí, ¿eh?, así que no andaba yo descaminada en eso de que la librería podría variar según el día: con el estado de ánimo, con la música —tienes razón, a mí me influye mucho la música; o pongo la música según cómo me sienta, no sé—, con si hace sol o llueve... Tengo unas ganas tremendas de ir a tu librería.
Un beso.

Abracadabra dijo...

Hace Casi un año que abrimos la librería en Avilés, y todavia no sabemos como clasificar los libros, especialmente los albunes ilustrados.Porque no sabriamos decir para que edad son algunos, o la mayoria de ellos.Los Libros como los de Media Vaca estan dirigidos a un publico muy particular, porque la mayoria de los padres que ven las ilustraciones les parecen poco coloridas para sus hijos, independientemente de lo que nos sugiera el texto. Lo mismo pasa con Lóquez, Barbara Fiore, Factoria K. ...
Nosotras en la librerá vamos cambiando la ubicacion de los libros, y ya hemos pasado de ponerlo por edades a ponerlos por editorial, pero no creo que sea nuestro orden definitivo.Lo ideal sería tener mucho mas espacio y poder mostralo como lo que son, pequeñas obras de arte.

J. A. López dijo...

Es de agradecer un artículo sobre libros ilustrados. Solo un pequeño reproche, no contemplas la colección Vagamundos, de Traspiés, pero claro es nueva y, por lo tanto, comprensible (el olvido).
Aquí puedes ver de que van www.vagamundos.org
Saludos.
P.D. Es un placer prederse en tublog.

Ana Lorenzo dijo...

Abracadabra, Triky López, es un placer leer vuestros comentarios.
Abracadabra: lo del orden de los libros en las librerías veo que no es cosa fácil. No solo ya los ilustrados, sino algunos que no se sabe bien cómo clasificar: ahí están también, me comentaba José Antonio Millán, esos libros de lingüística que escriben él y Màrius Serra (Perdón, imposible, El candidato melancólico..., Verbalia...) que son, también, recreativos. ¿Dónde colocarlos? En una casa es fácil: donde uno quiera. En una librería: ¿en lingüística?, ¿en divulgación?...
Gracias por pasaros.
Triky: gracias por la recomendación de la colección Vagamundos de la editorial Traspiés. Tienen una pinta estupenda y un precio muy bueno: 12 euros, para los que se pasen por estos comentarios y les interese. Para ver el catálogo, pulsar en el enlace de la editorial, luego en Web Vagamundos y en Catálogo (no hay enlace directo); en el enlace que puso Triky, se pueden ver las presentaciones de los libros y leer sobre ellos. Gracias por tu paso.
Un beso.

 
Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Free counter and web stats