El precioso logo de la cabecera lo hizo Chicho, mi hermano pequeño, desde los Estados Unidos, y me lo envió. En este sitio se pueden ver varios álbumes de creaciones suyas. A mí me encantan. Este es el sitio oficial The Art of Chicho Lorenzo: más dedicado a cuadros.

miércoles, 22 de abril de 2009

Los ilustrados


En muchas librerías en las que entro no saben bien qué hacer con los libros ilustrados. Hasta hace unos años todo estaba muy claro: los libros ilustrados eran libros para niños, así que se ponían en los estantes o en la sección de Literatura Infanti y Juvenil. Los cómics también iban a parar allí, y allí se mezclaban Astérix y Obélix, Mortadelo y Filemón con Mafalda y con el Marsupilami.

Parece que ante la avalancha de novela gráfica o cómics editados exclusivamente para adultos, las librerías han hecho un hueco expreso para ellos, no vaya a ser que a alguna madre le dé un yuyu si descubre algo políticamente incorrecto (y lo hay muy muy políticamente incorrecto) entre los tontos tebeos de Disney, por ejemplo, a los que les debió parecer demasiado frustrante el final original estupendo de la Sirenita, ese en que se gana un alma y pasa a ser estrella en vez de desaparecer entre la espuma del mar, y los de la Disney, pásmense, la casan con el príncipe, se lo juro; no se puede poner un final más bobo.

Bueno, lo que muchos libreros no han solucionado aún es eso de los ilustrados para adultos. A lo mejor porque realmente son para adultos y para jóvenes y las fronteras de las edades no son nada claras, que anda que no nos empeñamos en poner etiquetas. Hay libros en que pone: «para menos de 3 años»; en otros he leído: «a partir de 6 años»; otros dicen: «+ de 10 años». A mí las etiquetas me parece que las ponen para los que no gustan mucho de hojear los libros, o para los que no tienen niños y no recuerdan muy bien su infancia, o quizá para aquellos que no hablan con los libreros. Mis niñas y yo pasamos por entre las señales de tráfico de las editoriales y nos gusta saltarnos los prohibido-el-paso: es que encontramos la mar de cosas interesantes en tooodas las secciones. Si por nosotras fuera, quizá estaría todo ordenado de distinta manera: los libros que me apetece leer hoy por la tarde, que llueve; los que quiero con locura y me ponen siempre de buen humor; aquellos que leo solo cuando estoy triste, pero no demasiado; los que me trago cuando, demasiado triste esta vez, sí, necesito que algo me entretenga (y como la tele no me sirve...); los que son preciosos y huelen genial, con ilustraciones; los que van saliendo como cerezas, enredados del rabo de la anterior, cuando leemos en voz alta; buf, creo que sería una librería caótica donde no habría manera de conseguir encontrar casi nada a la hora de vender. Sería diferente cada día y para cada uno y, claro, no habría manera de que nadie se aclarase. Mejor dejar las cosas como están. Los libreros son mucho más listos y hábiles en su labor, y en las librerías en que los libreros aman los libros, uno al entrar se siente a gusto. Hay un cierto orden, para no perderse, para no perder los libros, pero yo creo que también hay algo de esa apetencia del propio librero, sí; y se contagia.

Bueno, a lo que íbamos, los ilustrados para adultos —otra etiqueta más, ¿verdad?; vamos a desetiquetarlos: los ilustrados sin nada más, ni para niños ni para adultos ni para jóvenes, para todos—, ¿dónde los pondrían ustedes? Yo lo anduve pensando como se piensa allá en bibliotecas y documentación con eso de las fichitas de antes, que ahora ha pasado a ser un campo con el signo de dólar en el ordenador, ¿no?, lo pensé así, ¿por dónde lo va a buscar el lector? Igual que si fuese a buscar un libro de Clarín, tendría que consignar también el nombre Leopoldo Alas: así, se le asigna una autoridad, un nombre en el que todos coinciden, normalmente seguido de unas fechas [nacimiento y muerte], y luego se relacionan todas las variantes posibles, para que lo encuentre uno lo busque como lo busque —claro, hay que recordar que el apellido se pone delante y el nombre detrás, tras una coma—: Clarín, Clarín 1852-1901, Alas, Leopoldo 1852-1901, Alas Ureña, Leopoldo 1852-1901, Alas y Ureña, Leopoldo 1852-1901, etc. Lo común en los dos casos, nombres y libros, es el objetivo de que lo encuentre quien lo busca.

Yo, como lectora, iría a buscar el libro ilustrado a la zona de libros ilustrados de adultos, pero claro, ya hemos hablado de que eso, el que esa zona no exista en la mayor parte de las librerías, es uno de los motivos de este lío. La segunda opción más lógica es, para mí, ir a buscarlo entre los libros del mismo autor del libro en cuestión: ¿que es de Kafka?, pues a literatura extranjera, a los autores con K; ¿de H. P. Lovecraft?, pues a los que empiezan por L. ¿De Baudelaire y poesía?, pues a poesía extranjera, si está diferenciada de la narrativa, bajo los autores que empiezan por B.

Creo que es más fácil que clasificarlos por el ilustrador: eso se puede plantear si hay una sección de libro ilustrado, claro, mientras tanto, nada que hacer.

Así, bajo el autor, los encuentro en algunas librerías, sobre todo en las de los buenos libreros. Sin embargo, en otras, impepinablemente van a parar a la sección de libro infantil y juvenil, pero a una zona no definida, casi escondida, de donde he visto que los sacan a veces algunos niños, curiosos, y adonde sus padres les hacen devolverlos, madre mía, hija, ¿pero no ves que eso es para mayores?, ¿has visto qué dibujos más tétricos? Quedan apartados y amontonados en una esquina de esta sección, algo tristes y desvalidos, sintiéndose fuera de lugar, o eso siento yo, que a veces rescato a alguno, aunque ya lo tenga, porque lo cierto es que son maravillosos. De estantes así he sacado a El proceso, de Kafka, ilustrado por Bengt Fosshag, en Ilustrados de Nórdica, o El Golem, de Gustav Meyrink, ilustrado por Marcia Schvartz y Fernando Bedoya, en Libros del Zorro Rojo.

Estas dos editoriales son, sin duda, dos de las que más han apostado por los ilustrados más allá del mundo infantil. Junto con Media Vaca, que reza en su cabecera: «MEDIA VACA libros para niños», pero que admite niños mayores, de muuuchos años, siempre y cuando los mayores no nos hayamos vuelto mayores «con una visión del mundo terriblemente estrecha y con las ideas más anodinas y deprimentes»1, por supuesto.



Los Libros del Zorro Rojo tienen una sección infantil que recomiendo encarecidamente: los blancos y negros de Estaba oscuro y sospechosamente tranquilo, de Einar Turkowski, tan detallado y estrambótico; el blanco y negro expresionista de El viaje de Kuno, de Klaus Merz, ilustrado por Hannes Binder; la delicadeza de Javier Zabala en Santiago de García Lorca; la explosión de color y la expresividad del oso que transita por los caños de la casa de El discuro del oso, de Cortázar, ilustrado por Emilio Urberuaga. Y voy a parar ya porque si no, no acabo nunca este post: vayan a ver ustedes en el enlace a la sección infantil y verán que son a cual mejor.

Están también los ilustrados de Libros del Zorro Rojo para Jóvenes & Adultos: no sé cuál recomendarles; yo me haría con todos (de hecho, estoy en ello). Son geniales las ilustraciones de Santiago Caruso en El horror de Dunwich, de H. P. Lovecraft, traducido por Elvio E. Gandolfo (también son las culpables de que yo, miedica de por sí, las haya pasado moradas por la noche al terminar el libro, y haya tenido que meterlo rápidamente entre otros dos de buen tamaño, para no ver más el miedo). Luis Scafati es uno de los ilustradores más prolíficos en esta editorial, y el causante de que tenga otra versión más de La metamorfosis, de Kafka, traducida por César Aira o de El gato negro y otros relatos de terror, de Allan Poe, en traducción de Elvio E. Gandolfo. Las ilustraciones de Pat Andrea para Las flores del mal de Baudelaire, en traducción de Jaime Siles, son especiales de verdad. Y no quiero dejarme fuera a nadie, pero menos aún a José Muñoz, que ilustró Las fieras cómplices de Horacio Quiroga y de la pluma del que estoy deseando que salga ilustrado mi cuento favorito: de Cortázar, cómo no: El perseguidor.

Bueno, sigan ustedes navegando por su catálogo y escojan.

Nórdica Libros, esa estupenda editorial que lleva hacia delante Diego Moreno, acaba de sacar nueva colección: Soñando ciudades; nos trae así la colección de Bohem press "Komm mit Bilderbuchreiseführer (Let's go! City-guides for children)". El primer ejemplar es Barcelona para niños, de Javier Zabala, que ya ha trabajado antes con Nórdica.

Pero lleva editando ilustrados desde el principio; ¿que cuáles les recomiendo? Todos: son exquisitos. Noemí Villamuza ilustró El festín de Babette, de Isak Dinesen, y repite con El capote, de Gógol: es increíble la maestría con que esta ilustradora se maneja en el blanco y negro. Louis Joos ilustró Las flores del mal, de Baudelaire, en edición bilingüe, con traducción de Carmen Morales y Claude Dubois, y lo volvió a hacer con otro grande, también en edición bilingüe, y donde repiten los mismos traductores, en Poemas, una antología de Verlaine. El proceso, de Kafka, en traducción de Miguel Sáenz, está ilustrado por Bengt Fosshag. Creo que ya les he hablado aquí de la joya que es el ilustrado Bartleby, el escribiente, de Herman Melville, en traducción de M.ª José Chuliá, por Javier Zabala. Sobre Sin contar, una colaboración de W. G. Sebald (poesías, traducidas por M.ª Teresa Ruiz y Katjia Wirth) y Jan Peter Trip (grabados), voy a remitirles a una reseña que publiqué en el blog Addenda et corrigenda, si me lo permiten.

Estas dos editoriales han apostado también por los ilustrados de bolsillo: en Libros del Zorro Rojo está la colección Clásicos de bolsillo, con dos de sus títulos más vendidos, ilustrados ambos por Luis Scafati: La metamorfosis de Kafka y El gato negro y otros relatos de terror de Poe.

Nórdica Libros tiene los MINIILUSTRADOS: son ilustrados de bolsillo. Ya consigné aquí su aparición, con la edición de El festín de Babette en este formato. Luego ha publicado más, y ha dejado de ser un eco del catálogo de Ilutrados para tener un catálogo independiente: han aparecido allí, sin previo paso por la colección de sus hermanos mayores, Secuelas de una larguísima nota de rechazo, de Charles Bukowski, inédito en castellano hasta esta edición traducida por M.ª José Chuliá e ilustrada por Thomas M. Müller; y el delicioso libro La maravillosa historia de Peter Shlemihl, de Adelbert von Chamisso, en traducción de Ulrike Michael-Valdés y Hernán Valdés, con ilustraciones de Agustín Comotto.

Normalmente, Nórdica Libros presenta todas sus novedades ilustradas con un vídeo promocional que se puede ver al entrar en su página: por ejemplo, ahora, el que está es el de El capote. Esos vídeos son también una maravilla, y en la misma página de la editorial, o en su blog, pueden ustedes disfrutarlos.

Media Vaca tiene cuatro colecciones, todas ellas ilustradas: Libros para niños, Últimas lecturas, grandes y PEQUEÑOS y Mi hermosa ciudad. Todos sus libros son una joya.

La Editorial Libro de Notas —que me es especialmente querida y con la que tengo una relación que me impediría ser objetiva, pero, ¿quién lo es cuando escribe de lo que le gusta y quiere compartir?— siempre edita los libros ilustrados: en la colección Poesía tenemos Oscuro fluir de sombras, una antología de poemas de Francisco Serradilla, con ilustraciones de Philippe Laffont; un poemario de Alber Vázquez, La mano que decide la intensidad del agua, ilustrado por el autor; una Leve historia del mundo escrita por Marcos Taracido e ilustrada por Hilario Barrero; y las Artes adivinatorias de Germán Machado ilustradas por Fernando de la Iglesia.

Está también ya inaugurada la colección Miradas, con el cómic-poema de Marcos Taracido (texto) y Fernando de la Iglesia (ilustraciones) Tratado del miedo.

Editorial Libro de Notas es una editorial digital y en papel, eso ya se lo conté a ustedes en esta otra entrada.

Bien, este es un trocito del panorama de los ilustrados. Seguro que ustedes conocen más. A lo mejor estos libros que les he presentado u otros con los que se topan entre tanto enlace les gustan, o piensan que les gustarían a alguien que conocen. Como mañana es el día del libro, o del libro y de la rosa (a mí me encanta esa tradición de Sant Jordi, pero si me regalan libro y rosa, todo a la vez, je), se me ocurre que bien pueden regalar un ilustrado. Pero un ilustrado con chicha: con buena literatura y con buena ilustración.

Que ustedes lo celebren bien.

[1]En «Los libros para niños», precioso texto de Vicente Ferre Azcoiti (uno de los editores de Media Vaca), y que se puede leer completo en esta página de la editorial.

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